Probablemente fueron los romanos quienes construyeron los baños primitivos. Hoy día encontramos vestigios del uso terapéutico de esta agua en época de César Augusto.

 

En 1157 las termas fueron donadas al Monasterio de Fitero por el Rey Sancho III de Castilla.

 

Los Baños fueron destruidos y saqueados en 1507. Se reconstruyeron rápidamente y fueron regentados por un matrimonio, D. Pedro Navarro y Dª Ana de San Juan, que en 1600 adoptaron a D. Juan de Palafox y Mendoza.

 

Durante la guerra de la Independencia, los frailes fueron expulsados y los baños usados por los heridos franceses. En 1814 los frailes regresaron.Con la Desamortización de Mendizábal, los monjes abandonaron definitivamente el Monasterio en 1835, que pasó a manos de D. Juan José Aréjula, vecino de Tudela.

 

En 1846, se descubrió la existencia de otro manantial termal en torno al cual se levantaron los Baños Nuevos, actualmente el balneario Gustavo Adolfo Bécquer. Este nombre se debe a que el poeta sevillano se trasladaba asiduamente al balneario para someterse a su cura termal. Durante sus estancias en Baños de Fitero compuso obras como “El Miserere” y “La cueva de la Mora”.

 

La villa de Fitero se sitúa en el extremo suroccidental de Navarra, en el valle del río Alhama. En torno a los pueblos que atraviesa el río se aglutinan monumentos, naturaleza e historia, que nos permites trasladarnos a la era de los dinosaurios, difrutar de impresionantes paisajes y acercarnos a la mayor colonia urbana de cigüeñas blancas del mundo. 

 

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Fiteroko ur termalak oso onuragarriak dira osasunerako. Izan ere, erromatarrak izan ziren, haien garaian, hauek eraiki zituztenak. Hain famatuak ziren non Gustavo Adolfo Beker poetak egunak eta egunak pasatzen zituen ur hauen artean. Gaur egun, leku honetaz gozatu nahi duenak, ez du baina Fiterora joan behar.